Nuevas miradas para nombrar la vida en movimiento.

jueves, 29 de marzo de 2007

Cara a cara: antes y después

Todo lo nombrado es lenguaje. Al paso del tiempo descorporalizamos e institucionalizamos el saber, el conocimiento con íntima relación con los sujetos, pero afuera; trascendemos en el tiempo.

Cuatro ojos intercambiaban miradas, ahí un poco de intimidad, percepción y comunicación. Armando colectividades con figuras de poder en la experiencia, lo añejo. Después vino el respeto y admiración por la belleza, en el arte el dominio se fortaleció; sólo algunos pares de ojos contemplando lienzos con aura. Poco a poco, la reproducción en nuevos medios modificó esas miradas, se desató el sometimiento masivo con engaño libertario. Ahora, miles de ojos construyen miradas, para otros que miran. Ida y vuelta, simulación corporal en lo virtual. La figura de poder tembló...

La clave está en pensar la adaptación, jóvenes con un amplio contexto de posibilidades, nuevas interacciones cara a cara a través de nuevos escenarios.

jueves, 22 de marzo de 2007

De nuevas mediaciones

Ojos y oidos, percibo. Mente, lo simbólico. Pensamos los abstractos, vinieron las letras, no hace mucho aparecieron las imágenes y ahora el vértigo de la configuración de éstas en nuevos mundos e interfases. Unas miradas para saborear lo volátil del entorno.

Tu y él no interactuan igual, ellos y nosotros no somos los mismos, aquéllos son pasado. Yo no me reconozco asímismo como lo hacía hace algunos años. La relación humano-humano siempre en movimiento ha desplazado parámetros y normas de pensamiento; la relación humano-máquina ha revolucionado lo cognitivo, lo perceptual, lo simbólico, etc.

Proyecto en Escuela de Humanidades

Colectividades

Charla titulada:

Una aproximación de los imaginarios fronterizos: cosmopolitismo y nación
por Jung Won Park
Universidad de Pittsburgh
Jueves 22 marzo, Sala Audiovisual del Edif. 20
17:20 horas

viernes, 16 de marzo de 2007

De Colectividades y Humanidades, UABC

Un primer paso está dado. La presentación de la propuesta general de Colectividades ha sido enunciada, la base está iniciando su proceso de cimentación y cada quien aclara en mente que posición tomar. La clave es percibir que dentro del colectivo todos podemos ser constructores y receptores; pensemos la metáfora del texto, donde la posibilidad es leer pero también escribir.

Parece configurarse la alternativa ante lo fijo y estable de lo institucional, el movimiento aprovechado.

lunes, 12 de marzo de 2007

Política y Comunicación

Hacia una cohesión social: Ciudadanías de la incertidumbre,
democracia y políticas públicas

Juan Manuel Avalos González

Palabras clave: Ciudadanía, Democracia, Espacio público, Comunicación y Política.

El presente ensayo es un intento de reflexión respecto al tema de las ciudadanías en tiempos de incertidumbre política
y social. La importancia de la construcción de ciudadanías para llevar a cabo una vida democrática que permita (re)configurar las políticas publicas del Estado-nación para aproximarnos a una cohesión social en tiempos de incertidumbre política es vital en el análisis académico del área de las ciencias sociales, en particular, dentro del pensamiento político contemporáneo.

Con el propósito de realizar una reflexión respecto a la injerencia de las transformaciones globales en la vida pública y en la generación de políticas pertinentes para desarrollar una vida democrática, resulta de gran necesidad generar un análisis del papel de las ciudadanías como base motora para promover la construcción de una cohesión social a partir de modelos políticos y programas de comunicación que soporten el regreso de la sociedad al espacio público, además de nuevas concepciones de teoría política que busque aplicarse de la mejor forma en el panorama social. En particular, trabajaremos reflexiones respecto al entorno del Estado mexicano contemporáneo.

El papel del Estado-nación, entendido como institución social articuladora de la vida pública, ha perdido fuerza en marcar la pauta de las dinámicas sociales al interior de su territorio pues se ha visto afectado por los cambios globales de los últimos treinta años. Su ineficacia se traduce en la poca sustentabilidad que el orden institucional le imprime a los proyectos de la vida pública, particularmente el de la democracia. Así, nos encontramos con la importante necesidad de generar alternativas que liberen a las instituciones públicas de toda la presión del quehacer social, es decir, buscar programas públicos que permitan la intervención de la sociedad en la construcción de una cohesión social que nos posicione en la ruta de una mejor vida de lo público y lo privado, de lo social.

I. Concebir al Estado en tiempos globales
La globalización se entiende como un proceso que (re)configura las estructuras de la vida social, instalando éste en la esfera de lo económico su base motora para la generación de un mercantilismo con libertades sin precedentes (Giddens, 1998). Dicho fenómeno dentro de lo económico somente a las esferas de lo político, social y cultural a un determinismo nuevo en la historia de la humanidad.

Hay un elemento que se instaura como el nuevo articulador de la dinámica global, nos referimos a los conglomerados transnacionales que se imponen al viejo sistema-mundo
[1] de los Estados-nación. Para este novedoso fenómeno no hay otra alternativa, y todos los gobiernos deben someterse a sus exigencias (Wallerstein, 2005) de tal manera que si es una condición inevitable lo mejor es en pensar estrategias para una mejor andanza dentro del torrente globalizador.

Entonces el papel del Estado-nación se vuelve fundamental, es pieza central dentro de la reflexión debido a que más que estar condenado a desaparecer, se presenta como un elemento que experimenta una metamorfosis en su condición medular. Los cambios globales generan y propician reacomodos locales, en donde el papel del Estado-nación sigue siendo principal, sobre todo porque es la principal mediación entre dichos cambios globales y los individuos constitutivos de lo social. Acá, la clave se reconoce como la ambivalencia que el proceso de sometimiento aplica al Estado-nación pero que este a la vez (re)aplica a los individuos, es decir, hablamos de una doble marginalidad en la dinámica de la vida social.

Así, el Estado-nación se ilumina de una nueva condición en la que sigue como articulador de la vida social, bajo un nuevo lugar entre la tensión de los fenómenos estructurantes globales y los entornos locales. El desafió para los gobiernos nacionales se postra ahora en (re)incorporar y crear estrategias que le permita abatir las necesidades sociales en tiempos de desterritorialización y difuminación del lugar donde se toman las desiciones que generan los cambios estructurantes de la realidad. Ahora bien, los elementos a considerar dentro de la nueva dinámica de la vida social son: primero, el tema de las transnacionales y la relación de los gobiernos nacionales con ellas; segundo, el mismo Estado-nación que experimenta nuevas pieles en contraposición a las afirmaciones de algunos teóricos; tercero, el papel de los individuos en el esquema global-local y la necesidad de configurar ciudadanías en los tiempos de incertidumbre propiciados por los detonantes del proceso globalizador y los resultados que este tiene en el sistema-mundo y, finalmente, lo relacionado al tema de la política y la comunicación dentro del nuevo engranaje de la maquinaria articuladora de lo social.

II. Viraje hacia el sujeto, posibilidad de nuevas formas de organización
En su momento, las ciencias sociales se abrieron a concebir al sujeto en sus múltiples dimensiones de lo social, dentro de un contexto mayoritariamente ocupado por teorías pertenecientes al estructuralismo y al marxismo, que entendían la relación de estructura e individuo como una forma de hegemonía (Mattelart/Neveu, 2002) que determinaba (in)concientemente el andar de los sujetos.

Dicha supuesta superación se enmarcó dentro de una reflexión que las ciencias sociales, a finales de los setentas, formulaban para fortalecer el entendimiento de la vida social pero sin la consideración de un nuevo papel de los gobiernos nacionales que vivían un clima de estabilidad en su rol de articulador de lo social. En la actualidad, vemos que dicho cambio en la manera de entender al sujeto sirvió hasta el momento en que sucedieron los cambios estructurales del proceso de la globalización. De tal manera, que hoy en día, las ciencias sociales y políticas se encuentran ante un nuevo paradigma, el de comprender al sujeto dentro del nuevo escenario mundial que se encuentra en constante movimiento.

La nueva mirada para comprender al sujeto esta plagada de fuertes posibilidades de estructurar lo que aparentemente estructura, o sea, estamos ante la oportunidad de (re)conocer una relación de poder en doble vía, de ida y vuelta, la de las nuevas ciudadanías.
Es (*) Meyer quien advierte que la única forma de vivir una democracia plena es contando con una sociedad civil organizada, la anterior premisa coincide con el proyecto propuesto por Chantal Mouffe
[2], quien teoriza sobre la necesidad de contar con una ciudadanía democrática radical[3], que contenga en sus posibilidades de acción una nueva manera de relación ante los gobiernos nacionales. El modelo anterior se nutriría de sujetos reconocidos como individuos que tienen derechos y que pueden existir dentro de una concreta comunidad política y/o de la idea de que la identidad del ser humano se constituye en el seno de una comunidad de lenguajes, significados y sentidos propios de lo político (Mouffe, 1999) y en relación con los Estados-nación.

Es necesario generar en las futuras ciudadanías un bagaje simbólico que le permita construir imaginarios sociales
[4] y nuevas formas y parámetros de conductas que propicien la idea de bien común. Concebir un ideal común en donde participen tanto gobierno como individuo mediante de una nueva dinámica ejercida por la estructura político/económica y la nueva forma de ciudadanía. Esta nueva forma de relación encontrara inevitablemente antagonismos y formas de poder (Mouffe, 1999), que se someterán a una constante lucha entre sus elementos, donde el principal distintivo será el sentido democrático.

Es así como pensamos la nueva dinámica de lo social, con un modelo que toma en cuenta el papel del individuo como agente social
[5] y como miembro de una colectividad propia del nuevo sistema mundo al que debemos apostar por construir. Un nuevo sujeto que a su alcance tiene la capacidad de selección ante los bienes simbólicos y la toma de decisión en el espectro de la dinámica global/local. Si bien es cierto, dentro de las concepciones culturales al sujeto se le reconoce como un agente activo que utiliza una forma de apropiación localizada[6] dentro del mar de posibilidades de acción pero en el proceso de construcción simbólica cultural. Claro que la cultura y su cuerpo simbólico son parte del manto que cubre todos los espacios de la vida social pero estos al momento no han sido traducidos en políticas públicas que posibiliten las nuevas formas de construcción de la realidad, o al menos, las nuevas maneras de acción individual dentro de colectividades que regulan la dinámica global/local.

III. Política y comunicación, la centralidad de la modernidad y los nuevos tiempos
Durante la modernidad hay dos elementos que podemos considerar como constantes desde su creación hasta su esfuerzo de sobrevivencia: lo político y lo comunicacional. El primero, como clave de la organización de la vida pública y privada, el segundo, como condición innata de la vida social. En relación a este último elemento, tenemos la consideración de la presencia de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión e Internet) que han acompañado cada instante de la conformación del tiempo de la modernidad (Thompson, 1998). Incluso, los medios de comunicación en cualquiera de sus formas, han sido elementos propiciadores de la globalización (Appadurai, 2001) y de los cambios en la manera en que comprendemos la vida contemporánea.

Las nuevas relaciones entre los gobiernos nacionales y los sujetos sociales pertenecientes a las deseadas nuevas formas de ciudadanías obligan a pensar la necesidad de desarrollar programas que consideren el tema de los medios de comunicación y la acción comunicativa dentro de la política. Los planes y/o modelos de los Estados-nación para abordar el tema de la relación con los sujetos que representan deben construirse a partir de una matriz en donde confluyan las nociones al momento reflexionadas, es decir, deben de contener bases teóricas que consoliden una nueva manera de entender la relación entre los elementos participantes, así como una metodología que contenga estrategias para hacer partícipes a los sujetos de sus responsabilidades dentro del nuevo esquema participativo de ciudadanías democráticas radicales.

Planes de comunicación que sean el cimiento de la nueva forma de constitución de la sociedad, donde los actores políticos y civiles se comprometan a un trabajo de colaboración. Así, la necesidad apunta a la creación de instrumentos de acción gubernamental y ciudadana para (re)orientar el rumbo de las ideas, las prácticas culturales y ciudadanas, además de las económicas. Dicho nuevo ordenamiento fortalecería al sujeto, que tendría elementos suficientes para regresar al espacio público que hace tiempo dejó de ser su nicho de construcción de lo social. El lugar donde los individuos miembros de las naciones, actuando desde sus localiza construirían nuevos esquemas de interacción entre ellos, donde los gobiernos nacionales se reconocerían como elementos de interpelación.

Afirmamos que el Estado-nación más que debilitarse se fortalece de la colaboración de las nuevas ciudadanías, en sentido hipotético al momento, pero en vías de desarrollo, el planteamiento anterior versa en un mar de posibilidades que se articulan en la posibilidad de generar una vida mas justa, dentro de la burbuja democrática ideal. Los gobiernos nacionales, si logran vislumbrar los vectores emergentes de la teoría política posmarxista y los conceptos de la teoría sociológica contemporánea, lograrán fortalecer su base de acción y movilización de lo social, o sea, la movilización y compartimiento de las problemáticas de lo social lo centraría en su labor de gestor pero también de articulador y creador de nuevas posibilidades de los nosotros en la esfera publica. La esfera publica seria el lugar del nosotros, del sujeto que percibe al otro como semejante, pero también como constructor de la realidad dentro de la lucha con los contrarios que se posicionan en distintos lugares ideológicos, más allá de la izquierda y la derecha, es buscar una nueva formula flexible de construcción de lo político, económico y social.

IV. Notas y reflexiones sobre el Estado mexicano
Hablar del Estado mexicano en tiempos de incertidumbre política determinada por el proceso de la globalización es pensar en las décadas de los años ochentas y noventas. La llegada de los proyectos neoliberales
[7] a las instituciones mexicanas dieron entrada al México contemporáneo hacia las rutas y vías del libre mercado, claro está, un libre mercado distinto, que en comparación con el de la experiencia de principios de siglo XX era exponencialmente acelerado. Velocidad provocada por el debilitamiento de las fronteras en sentido político, económico y social. Políticamente, el gobierno mexicano concedía al libre mercado espacio para articular la vida social; económicamente, la situación permitía a empresas extranjeras competir con los productores nacionales, pero con la gran diferencia de que el gobierno no fortalecía a éstos últimos para que se propicie una verdadera competencia y, socialmente, los procesos de migración hacia el norte acrecentaron seriamente acarreando problemas serios en cuanto al tema de la frontera norte, la relación con Estados Unidos resulta una puesta en escena donde los actores mexicanos son secundarios. Lo anterior, incluso, se inscribe en la agenda nacional como una problemática de urgencia, al igual que el narcotráfico y la corrupción.

La democracia incipiente, que paralelamente se empezó a desarrollar con los procesos de modificaciones estructurales, aparece como una ventana cerrada pero reconocida como el rumbo deseado. Anhelo que desde años anteriores fue ilusión de lucha social
[8], encontrando en el año 2000 una trampa que sólo dio pie a una transición partidista. Pero la premisa anterior no se funda en el recelo de promesas malogradas e incluso inexistentes, sino que se justifica en modelos de vida social ni siquiera imaginados para la construcción de una verdadera democracia.

La estructura normativa para una democracia existe en el país, el problema radica en que no hay un reconocimiento de los elementos constitutivos de lo democrático. En las cúpulas políticas y empresariales no se tiene la mínima noción del sujeto activo capaz de responsabilizarse dentro del esquema del proyecto de democracia, y por otra parte, dichos grupos se niegan a consolidar las bases para un nuevo constructo político y social. No es solamente necesidad el construir moldes materiales, reconocidos como leyes, sino que la principal meta es elaborar nuevos imaginarios de lo social en el bagaje simbólico de los individuos.

Los grupos en el poder no han comprendido que la democracia es más que “procesos electorales”, más allá de las “fiestas de la democracia” del foxismo, no ha reflexionado sobre la verdadera posibilidad que se tiene en las manos. Sin duda, la oligarquía y los poderes fácticos están decididos a seguir soportando una armadura que proyecta la imagen de solidez institucional y por ende, un escenario democrático fortalecido. Evidencias nos sobran al recordar el proceso electoral 2006, donde medios de televisión, empresarios y gobierno federal se organizan para intervenir en el proceso de elecciones, pasando por encima del tan nombrado Estado de Derecho, al que se recurre con certeza en casos de riesgo político, es decir, en los momentos en que el estatus da señales de cambio.

Es pues, el tema de las ciudadanías un cero a la izquierda dentro del debate de lo social, si a caso, el mínimo debate se inscribe en la idea de sociedad civil donde esquemas burocratizados, que emanan de los modelos gubernamentales, marcan la pauta para la reflexión. Las organizaciones civiles han dado muestra de una cerrazón que les impide racionalizar el papel del sujeto en sociedad, más allá de construcción de enlace con el gobierno en sus tres dimensiones (federal, estatal y local), la debilidad se centra en la no imaginación de nuevas formas de interacción dentro del entorno social. Se limita al individuo a asistir a sus instancias para recibir ayuda en temas de salud y legalidad, bajo la categoría de asistencia pública. No existe la mínima provocación para (re)pensar al sujeto como constructor de la vida social, como equilibrio en el juego de lo político, y sobre todo, como pieza fundamental de la articulación de las localias, que a su vez ascenderían como detonadores de la actividad política del país.

La base de una ciudadanía pensada para construir y no para recibir se asienta en la organización de barrios, de comunidades, de universidades, entre otros espacios, con la certeza simbólica de construir imaginarios posibles de un bien común, negado históricamente por las estructuras de poder. Más allá de las ideologías, las agendas partidistas deben estar abiertas y sujetas al debate de lo político y lo social con los sujetos creadores de ciudadanía, lo debates con los grupos académicos y con las bases populares, es decir, toda una maquinaria embobinada para producir pensamientos críticos que fortalezcan los postulados de las políticas públicas. La búsqueda del bien común se nutre de la noción de igualdad y libertad, si la convicción de los grupos de poder es que la desigualdad es un estado natural del hombre, el debate esta truncado en una farsa epistemológica; dentro del debate político y social debe haber espacio para todos, de lo contrario, las posturas extremistas socavaran los intersticios por donde asoma la posibilidad del cambio social hacia un rumbo democrático.

Bibliografía
§ Appadurai, Arjun, La modernidad desbordada, dimensiones culturales de la globalización, Ed. Trilce, 2001.
§ Barbero, Jesús Martín, La comunicación: dentro de la modernidad, Revista Telos, número 36, 1994.
§ Giddens, Anthony, La tercera vía, la renovación de la socialdemocracia, Ed. Taurus, 2000.
§ Mattelart, Armand/Neveu, Eric, Introducción a los estudios culturales, Ed. Paidós, 2004.
§ Meyer, (*)…
§ Mouffe, Chantal, El retorno de lo político (Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical), Ed. Paidós, 1999.
§ Thompson, John B., Los media y la modernidad, Ed. Paidós, 1998.
§ Wallerstein, Immanuel, Análisis de sistemas-mundo, Ed. Siglo XXI, 2005.
[1] Concepto del sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein en Análisis de sistemas-mundo, Ed. Siglo XXI, 2005.
[2] El retorno de lo político (Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical), Chantal Mouffe, Ed. Paidós, 1999.
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Concepto teorizado por el sociólogo británico Anthony Giddens en su obra La Constitución de la Sociedad.
[6] Concepto teorizado por el sociólogo estadounidense John B. Thompson en Los media y la modernidad.
[7] Modelo político/económico establecido en el sexenio del ex presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) y fortalecido por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
[8] Nos referimos a las luchas sociales de finales de los sesentas y al tema de las guerrillas en la década de los setentas y mediados de los noventas.

viernes, 9 de marzo de 2007

Proyecto en Escuela de Humanidades

Colectividades
Propuesta para organizar un colectivo integrado por alumnos y profesores en la Escuela de Humanidades, UABC.
Objetivo: Reactivar y movilizar el espacio escolar por medio del desarrollo de proyectos y actividades académicas.
Semestre 2007.
Contacto:
Juan Apodaca dracotj@hotmail.com, Manuel Avalos manusmedia@hotmail.com, Jonathan Lee maroscuro@hotmail.com.

Inicio

Espacio (del lat. spatium):
Extensión que contiene toda la materia existente.

Configuraciones y reacomodos, desplazamiento de energía; nuevas miradas para entender, momentos para intervenir. Interacciones para construir, diálogos y sinergia.