Nuevas miradas para nombrar la vida en movimiento.
martes, 28 de agosto de 2007
Son interminables los pasos que damos mientras recorremos y vivimos la ciudad, nuestro marco visual nos pone al tanto de la realidad, mientras que el movimiento nos enseña que podemos encontrar la armonía entre nuestros pasos y el mundo. Dos ritmos: afuera y adentro.
Los cambios de la vida contemporánea nos llevan a contemplar paisajes que obligan al recurso de la nostalgia. La ruptura es simbólica, en tanto que materialmente afrontamos la encrucijada de las nuevas ecologías de la tecnología. Primero, nos basta con saber que la ciudad está ahí si la caminamos [con el lenguaje en mano para no perdernos]; segundo, pensamos el imaginario en movimiento como cosa aparte. Sin embargo, estar y vivir el espacio público nos remite al encuentro de esos dos momentos: los ritmos que emergen para configurar el entorno.
Percibir y reflexionar la ciudad es delimitar el espacio en la mente. Los caminos son diversos si pensamos horizontalmente. En dichos senderos los sujetos evidencian su reflexividad mediante figuras de barro que se re-definen poco a poco. El espacio, articulado y pensado así resulta interesante: relaciones sujeto-sujeto, sujeto-máquina, sujeto-máquina-sociedad.
A mi entender, la clave de pensar la ciudad consiste en reconocer las relaciones entre prácticas, entorno y sujetos. Es la entrada a la diversidad cultural. Las apropiaciones y los recorridos citadinos son producto de semiosis [de relaciones de poder/negociaciones], pero también de simbiosis.
lunes, 27 de agosto de 2007
Manuel Avalos
El problema actual al momento de hablar de globalización reside en la situación de que tratamos con un campo en el que los conceptos básicos de definición utilizados son “conceptos trampas” (Mattelart, 2003), es decir, trabajamos analítica y reflexivamente bajo los influjos de un tópico que ha generado sus bases y raíces conceptuales, empezando por el propio concepto de globalización, a partir de un campo que promueve sus cimientos desde su cúpula gerencial que exporta dichas concepciones a la vida social bajo una lógica meramente económica.
Los conceptos que hoy utilizamos para nombrar al mundo provienen del campo económico, por ser éste el que dicta las pautas de las dinámicas sociales actuales; son las nociones dadas por la cosmovisión del sector empresarial las que nos llevan de la mano hacia una comprensión dirigida en el esfuerzo de análisis de la situación del mundo.
Un ejemplo claro es lo que ocurre con las lenguas latinas que manejan casi como sinónimos los conceptos de globalización y mundialización. En su origen, el término de mundialización se limita a referirse a la dimensión geográfica del proceso de cambios estructurantes; el de globalización, por su parte, hace referencia a una idea holística que connota una noción de organización de las actividades económicas –en primer lugar-, políticas, sociales y culturales mundiales, así como de sus actores, a partir del recurso tecnológico (Mattelart, 2003). Es así como encontramos un ejemplo de distorsión o desvío de dos conceptos originalmente distintos en una aplicación orientada principalmente por quienes la han creado, alimentado y transmitido.
Lo anterior es un problema serio, pues nombrar mal las cosas puede ser de inicio una forma de reconocimiento distante de la realidad, y la consecuencia radica en que así será difícil entender en un sentido más amplio lo que se pretende con la definición de dichos conceptos. Nuestra tarea es hacer crítica de las palabras o conceptos que nombran a nuestro mundo hoy para poder identificar el lugar desde donde hablan sus creadores y operadores para acercarnos de mejor forma a los conceptos que intentan describir desde adentro el fenómeno de la globalización (Mattelart, 2003).
Nos encontramos en el entramado que la gerencia global y el campo de la reflexión a partir de bases académicas instauran para generar comprensión, donde lo esencial es recuperar la visión crítica para formar mejores criterios que nos permitan reconocer de mejor forma nuestro entorno.
Es momento de reconocer un primer diálogo que se da a partir de la advertencia de Armand Mattelart y la visión de Octavio Ianni (1998) en función de la recuperación de una visión crítica del análisis y reflexión de la globalización. El insumo de Ianni va más allá del cuestionamiento teórico-conceptual y se instala como un lente por el cual podemos ubicar a la globalización desde una perspectiva que señala sus rasgos y características sobre una encrucijada que envuelve los ejes fundamentales del campo de lo político: discurso, ideología y poder (Gutiérrez, 2000).
Recordemos que el discurso político es una posibilidad de reubicar la dimensión crítica dentro de la investigación social, es la conexión de lo ideológico y de la discursividad para generar una reconstrucción de la realidad (Gutiérrez, 2000). En el trabajo de Ianni, en cuanto a la forma, el lenguaje se constituye como portador de contenido político y no solamente como mera herramienta para expresar una idea sobre un fenómeno cualesquiera. Si bien, el discurso nos aproxima a la relación entre el lenguaje, la ideología y el poder, es ahora el lenguaje el que nos ayuda a materializar a la ideología y no solo eso, sino que es también la posibilidad de reconocer al poder como parte de una estructura social donde las relaciones entre individuos e instituciones pueden ser explicadas. En base a lo anterior, tenemos el ejemplo de la teoría de la Estructuración de la sociedad de Anthony Giddens quien plantea una interpretación de la realidad a partir de una triada que se gesta en función de relaciones entre sus elementos: agente, estructura y medio (Jensen, 2001).
La recuperación de la reflexión crítica, a partir de los esfuerzos de Mattelart y Ianni, aparece en función del reconocimiento del fenómeno globalización como una ideología más que como un hecho, pensamiento que se difunde como una única opción para la reconstrucción del mundo (Mattelart, 2003).
Un análisis del discurso crítico es el instrumento de primera mano, que tanto Mattelart como Ianni, utilizan para generar una visión crítica para enfrentar a la globalización en base a la articulación de argumentos serios y fuertes que plantean una reflexión primaria que orientan nuestro análisis antes de adentrarnos en los conceptos que definen nuestro tópicos de manera sustancial. Es pues, un primer reconocimiento que nos coloca en la antesala de un trabajo de análisis y reflexión que trae consigo destellos y carga de luchas por imponer normas y reglas para generar una interpretación sin mayor espacio para el cuestionamiento, es decir, observamos a quienes luchan desde el sector gerencial por propagar conceptos e ideas, por una parte, en contraposición de los portadores del ejercicio crítico de la interpretación de la realidad.
Por otra parte, encontramos la definición de globalización a partir del énfasis de las consecuencias de los cambios estructurantes que ésta produce, me refiero a la atención focal que se presta al entendimiento de este fenómeno como un hecho y como ideología, donde la atención se basa sustancialmente en las consecuencias culturales de los cambios en las dinámicas sociales. Un concepto funcional para nuestro análisis es el que considera a la globalización como un cambio estructural en la vida de la sociedad, donde se dan cambios de fondo y forma en las esferas políticas, económicas y sociales (De María, 2003), que simultáneamente configuran nuevas concepciones y prácticas culturales. Es la esfera de lo económico la que dicta las pautas de los flujos de producción simbólica, de alguna manera la globalización se instaura bajo y sobre el modelo neoliberal que le permite crear nuevas dinámicas sociales en función del libre intercambio simbólico, dando especial importancia a la cuestión del libre mercado. Lo anterior influye de manera directa y sustancial a la producción simbólica desde cualquier lugar debido a que se ha experimentado una transición que genera una movilidad distinta de los productos simbólicos a escala planetaria.
Existe un especie de globalización financiera, hoy en día ésta es una metáfora utilizada para hacer referencia al mundo en que vivimos (Mattelart, 2003). Este torrente de los intercambios y flujos materiales e inmateriales económicos genera la relevancia de otros actores de la escena pública, las empresas y corporativos transnacionales, mismas que determinan en espacios, cada vez menos reconocibles, el ritmo del flujo económico y a consecuencia infieren en la producción social simbólica. Aquí y ahora, el Estado-nación se aleja definitivamente de la concepción del estado de bienestar y se dirige a reconocerse como instrumento de gestión de las dinámicas internas de los gobiernos (Giddens, 1998).
Podemos concluir que el concepto de globalización nace en un nivel financiero y posteriormente se extiende hacia la pretensión de abarcar y recubrir la totalidad del proceso de integración mundial en los terrenos políticos, sociales y culturales (Mattelart, 2003) con la finalidad de legitimarse como el único rumbo del actuar humano. La lectura que hagamos de dicha pretensión debe ser muy cuidadosa en su construcción debido a que debemos hacer crítica que se sustente en una sistematización de argumentos sólidos y válidos que nos permitan ir más allá de la mera denuncia para aproximarnos a la generación de conocimiento y plantear opiniones desde la esfera del trabajo sustentable y fidedigno mediante posturas mediadas por el análisis y la reflexión.
* Este es el apartado uno del artículo titulado Globalización: En la cotidianidad del pensamiento global y el andar local. Aventuras teóricas y desafíos en diálogo permanente. Trabajo ganador del primer certamen de ensayo del CIC-Múseo UABC (2006) y publicado en Revista Universitaria de la UABC.
Referencias bibliográficas
-De María y Campos, M. (2001). Globalización y desarrollo desigual internacional: su impacto en la cohesión social en México. En M. De María y Campos, & G. Sánchez (Eds.), ¿Estamos Unidos Mexicanos? Los límites de la cohesión social en México (pp. 81-114). México: Ed. Planeta Mexicana.
-Giddens, A. 1998. La tercera vía. Madrid: Ed. Taurus.
-Gutiérrez Vidrio, S. 2000. El discurso político. Reflexiones teórico-metodológicas. México: UAM-Xochimilco.
-Ianni, Octavio. 1998. La sociedad global, Siglo XIX.
-Jensen, K. B. (2001). Modelos comunicantes: la importancia de los modelos para la investigación sobre los mundos de la Internet. Comunicación y Sociedad, 40, 65-104.
-Mattelart, A. 2003, enero-abril. Entrevista a Armand Mattelard: Intelectuales, comunicación y cultura: entre la gerencia global y la recuperación de la crítica. Revista de Economía Política de las Tecnologías de la Información y Comunicación, 1 (5), 12-33. Recuperado de http://www.eptic.com.br/mattelart.pdf
Hoy Michael Piore, investigador del MIT dedicado a teorizar sobre los mercados laborales desde la perspectiva de la sociología economicista y principal referente teórico de los investigadores del COLEF dentro del Departamento de Estudios Sociales (DES), utilizó la metáfora del lenguaje para hablar de la economía mexicana en la relación global/local.
Bajo la premisa de que "cada país debe establecer su lugar/rol en el mercado global" a través de una lógica de campo capaz de estructurar a las economías nacionales en función de una lectura de las comunidades de prácticas [concepto clave para el autor] es que la palabra lenguaje toma importancia.
La imagen es la siguiente: un sistema de lenguaje mundial se mueve más allá de las fronteras mexicanas, mientras que diasporas regionales actuan de manera local mediante sus propios lenguajes. Según Priore, la clave es ajustar las diasporas al lenguaje global mediante la movilización de la lógica de estructuración de las comunidades de prácticas a los espacios mexicanos.
Acá debemos identificar tres cosas: 1) Es necesario pensar las dinámicas económicas en función de campos estructuradores de las jerarquías mundiales; 2) el papel de la interacción, y el producto de los roces en las comunidades de prácticas como acceso a los lenguajes globales, y 3) etender la palabra lenguaje en términos de comunicación/interpretación/acción para construir los escenarios pertinentes.
¿Pero no hay una contradicción en la misma premisa, sí en la versión mexicana gubernamental y de empresarios no identificamos una impronta que tenga que ver con la flexibidad/reflexibidad en las jerarquías que los sostienen?, ¿el ejemplo de 1994 [TLC] nos brinda esa posibilidad?
En estos términos, ¿la mejor forma en que México puede tener manejo de su propio destino es inscribirse al orden económico mundial encabezado por los E.U.A?, ¿el modelo de maquila es el ideal?, ¿dónde queda lo que tenemos que darle al mundo?, ¿qué tanto se parece la posibilidad de América Latina a esta?
Sin duda, la anterior es una buena lectura de las dinámicas y de los imaginarios locales y regionales en su relación con lo global, pero dudo mucho que la realidad mexicana [y de la frontera norte] tenga idea de la aplicación de modelos de esta naturaleza que promueven desde la perspectiva sistémica relaciones de este tipo.
Re-pensemos la importancia de la operativización de los modelos, ¿ese es un lenguaje conocido en México?
lunes, 20 de agosto de 2007
Al momento, podemos hacer el recuento de las apariciones de medios (imprenta, radio, televisión, computadoras, celulares, ipods, etc.) que han emergido en el mapa. Tecnología que lleva la conectividad a escala global. La imprenta, la radio y la televisión son medios conformadores de lectores y audiencias. Las computadoras, los celulares y los ipods son nuevos medios estructuradores de nuevos sujetos.
En la lógica de los new media, así como en la radio y la televisión, el ritmo es electrónico. La diferencia radica en la forma en que los sujetos interactuan con y a través de los medios. Las audiencias con empoderamiento para elegir ver/escuchar según sus intereses; los sujetos de la red móvil e Internet con capacidad de re-configurar el mensaje. La clave está en la posibilidad de crear (publicar, diseñar, comunicar).
En palabras de Lev Manovich, los sujetos de los nuevos medios utilizan un mismo lenguaje pero a través de nuevas técnicas (el diseño gráfico en Adobe Photoshop). El 0001 es de naturaleza distinta a las configuraciones de habla que por medio de nuestra estructura corporal podemos articular, sin embargo, hacemos representaciones de un mismo lenguaje mediante la metáfora (Apple, en los ochentas con la metáfora del desktop en un ordenador) hecha realidad en la tecnología.
Lo que sí a cambiado son los recursos para la significación (el dar sentido al mundo). El contexo nos ofrece nuevos escenarios, tecnología y sujetos en el mismo entretejido social; lo cognitivo se readapta para crear el sentido, la percepción se metamorfea a cada instante con todos y cada uno de los signos que la forman. La mirada con la cual nos adentramos en el universo simbólico es distinta, al menos se matiza con ojo/oído/boca/tacto/olfato tocados por el entorno tecnológico. El proceso parece ser el mismo, el granulado de la significación se ha recargado con las consecuencias de las nuevas interaciones individuo-computadora-sociedad. La reflexividad de cada sujeto se permea de interacciones inter-intra-supra tecnologizadas. Semiosis.
Es indispensable tener en cuenta la necesidad de ser reflexivos en nuestras relaciones con los nuevos medios. El reconocimiento del lugar desde donde hablamos es necesario para no caer en interpretaciones débiles. Las relaciones de poder no han desaparecido, lo que ha pasado es que el individuo tiene una ventana donde hacer click constituye una posibilidad para hacer más ancho el mundo, donde la diversidad tenga espacio (caso EZLN y su proyección a través de Internet). La ecología de los new media nos llama a estar muy atentos para ser configuradores plenos del mundo en movimiento.
Ver:
- Galindo, Jesús. 2006. Cibercultura, CONACULTA.
- González, Jorge. 2003. Culturas y ciberculturas. Incursiones no lineales entre complejidad y comunicación, UIA.
- Jensen, Klaus Bruhn. 1997. The social semiotic of mass communication, Canadian Journal of Communication, Vol. 22, Num. 1.
- Manovich, Lev. 2005. El lenguaje de los nuevos medios, Paidós.
- Scolari, Carlos. 2004. Hacer click. Hacia una sociosemiótica de las interacciones digitales, GEDISA.
viernes, 10 de agosto de 2007
¿Hacia dónde nos llevan procesos electorales bajo el modelo 2006 (México) y 2007 (B.C.), donde la impugnación es utilizada ahora como estrategia política y no como recurso? ¿Cómo reconocer la legitimidad de una impugnación? ¿Cómo consolidar una verdadera democracia cuando los actores no fomentan el respeto a la diversidad? ¿Qué elementos debe constituir una propuesta política de gobierno? ¿Dónde colocar la confianza?
Sin duda, las preguntas anteriores deben ser parte de la agenda pública y privada de la sociedad. Sin ellas hemos aprendido de las certezas que nos ofrecen las caídas (1910, 1988, 1994 y 2006), con ellas podremos construir nuevos caminos.
Claro está, no depende de colores: azul-pacífico/amarillo-violento/rojo-autoritarismo (advertimos que a veces el amarillo se convierte en rojo, y viceversa, dando como resultado que todos como oposición ante los ojos del poderoso (azulado, con tonos verdes y magisteriales) son iguales, "peligrosos para México"). Se trata de crecer en el diálogo y construir nuevos tipos de sociedades: reflexivas, respetuosas, participativas, horizontales, anchas, críticas, etc.
Nota: las relaciones de contrarios en los colores no son elaboraciones personales, son tomadas de los discursos en campaña (Calderón, 2006; Osuna y Ramos 2007). En este espacio creemos que es necesario ir más allá del bien y del mal, y no basar la acción anulando la posibilidad de reflexión mediante dicotomías absolutas. No menciono lo referente al lugar donde es posible poner el destino de los hijos (Osuna, 2007) porque ni siquiera esa es una responsabalidad pública en términos reales, es una falsa disyuntiva.