Nuevas miradas para nombrar la vida en movimiento.

lunes, 27 de agosto de 2007

México en el mundo: pensar a futuro

Hoy Michael Piore, investigador del MIT dedicado a teorizar sobre los mercados laborales desde la perspectiva de la sociología economicista y principal referente teórico de los investigadores del COLEF dentro del Departamento de Estudios Sociales (DES), utilizó la metáfora del lenguaje para hablar de la economía mexicana en la relación global/local.

Bajo la premisa de que "cada país debe establecer su lugar/rol en el mercado global" a través de una lógica de campo capaz de estructurar a las economías nacionales en función de una lectura de las comunidades de prácticas [concepto clave para el autor] es que la palabra lenguaje toma importancia.

La imagen es la siguiente: un sistema de lenguaje mundial se mueve más allá de las fronteras mexicanas, mientras que diasporas regionales actuan de manera local mediante sus propios lenguajes. Según Priore, la clave es ajustar las diasporas al lenguaje global mediante la movilización de la lógica de estructuración de las comunidades de prácticas a los espacios mexicanos.

Acá debemos identificar tres cosas: 1) Es necesario pensar las dinámicas económicas en función de campos estructuradores de las jerarquías mundiales; 2) el papel de la interacción, y el producto de los roces en las comunidades de prácticas como acceso a los lenguajes globales, y 3) etender la palabra lenguaje en términos de comunicación/interpretación/acción para construir los escenarios pertinentes.

¿Pero no hay una contradicción en la misma premisa, sí en la versión mexicana gubernamental y de empresarios no identificamos una impronta que tenga que ver con la flexibidad/reflexibidad en las jerarquías que los sostienen?, ¿el ejemplo de 1994 [TLC] nos brinda esa posibilidad?

En estos términos, ¿la mejor forma en que México puede tener manejo de su propio destino es inscribirse al orden económico mundial encabezado por los E.U.A?, ¿el modelo de maquila es el ideal?, ¿dónde queda lo que tenemos que darle al mundo?, ¿qué tanto se parece la posibilidad de América Latina a esta?

Sin duda, la anterior es una buena lectura de las dinámicas y de los imaginarios locales y regionales en su relación con lo global, pero dudo mucho que la realidad mexicana [y de la frontera norte] tenga idea de la aplicación de modelos de esta naturaleza que promueven desde la perspectiva sistémica relaciones de este tipo.

Re-pensemos la importancia de la operativización de los modelos, ¿ese es un lenguaje conocido en México?

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