Manuel Avalos
El problema actual al momento de hablar de globalización reside en la situación de que tratamos con un campo en el que los conceptos básicos de definición utilizados son “conceptos trampas” (Mattelart, 2003), es decir, trabajamos analítica y reflexivamente bajo los influjos de un tópico que ha generado sus bases y raíces conceptuales, empezando por el propio concepto de globalización, a partir de un campo que promueve sus cimientos desde su cúpula gerencial que exporta dichas concepciones a la vida social bajo una lógica meramente económica.
Los conceptos que hoy utilizamos para nombrar al mundo provienen del campo económico, por ser éste el que dicta las pautas de las dinámicas sociales actuales; son las nociones dadas por la cosmovisión del sector empresarial las que nos llevan de la mano hacia una comprensión dirigida en el esfuerzo de análisis de la situación del mundo.
Un ejemplo claro es lo que ocurre con las lenguas latinas que manejan casi como sinónimos los conceptos de globalización y mundialización. En su origen, el término de mundialización se limita a referirse a la dimensión geográfica del proceso de cambios estructurantes; el de globalización, por su parte, hace referencia a una idea holística que connota una noción de organización de las actividades económicas –en primer lugar-, políticas, sociales y culturales mundiales, así como de sus actores, a partir del recurso tecnológico (Mattelart, 2003). Es así como encontramos un ejemplo de distorsión o desvío de dos conceptos originalmente distintos en una aplicación orientada principalmente por quienes la han creado, alimentado y transmitido.
Lo anterior es un problema serio, pues nombrar mal las cosas puede ser de inicio una forma de reconocimiento distante de la realidad, y la consecuencia radica en que así será difícil entender en un sentido más amplio lo que se pretende con la definición de dichos conceptos. Nuestra tarea es hacer crítica de las palabras o conceptos que nombran a nuestro mundo hoy para poder identificar el lugar desde donde hablan sus creadores y operadores para acercarnos de mejor forma a los conceptos que intentan describir desde adentro el fenómeno de la globalización (Mattelart, 2003).
Nos encontramos en el entramado que la gerencia global y el campo de la reflexión a partir de bases académicas instauran para generar comprensión, donde lo esencial es recuperar la visión crítica para formar mejores criterios que nos permitan reconocer de mejor forma nuestro entorno.
Es momento de reconocer un primer diálogo que se da a partir de la advertencia de Armand Mattelart y la visión de Octavio Ianni (1998) en función de la recuperación de una visión crítica del análisis y reflexión de la globalización. El insumo de Ianni va más allá del cuestionamiento teórico-conceptual y se instala como un lente por el cual podemos ubicar a la globalización desde una perspectiva que señala sus rasgos y características sobre una encrucijada que envuelve los ejes fundamentales del campo de lo político: discurso, ideología y poder (Gutiérrez, 2000).
Recordemos que el discurso político es una posibilidad de reubicar la dimensión crítica dentro de la investigación social, es la conexión de lo ideológico y de la discursividad para generar una reconstrucción de la realidad (Gutiérrez, 2000). En el trabajo de Ianni, en cuanto a la forma, el lenguaje se constituye como portador de contenido político y no solamente como mera herramienta para expresar una idea sobre un fenómeno cualesquiera. Si bien, el discurso nos aproxima a la relación entre el lenguaje, la ideología y el poder, es ahora el lenguaje el que nos ayuda a materializar a la ideología y no solo eso, sino que es también la posibilidad de reconocer al poder como parte de una estructura social donde las relaciones entre individuos e instituciones pueden ser explicadas. En base a lo anterior, tenemos el ejemplo de la teoría de la Estructuración de la sociedad de Anthony Giddens quien plantea una interpretación de la realidad a partir de una triada que se gesta en función de relaciones entre sus elementos: agente, estructura y medio (Jensen, 2001).
La recuperación de la reflexión crítica, a partir de los esfuerzos de Mattelart y Ianni, aparece en función del reconocimiento del fenómeno globalización como una ideología más que como un hecho, pensamiento que se difunde como una única opción para la reconstrucción del mundo (Mattelart, 2003).
Un análisis del discurso crítico es el instrumento de primera mano, que tanto Mattelart como Ianni, utilizan para generar una visión crítica para enfrentar a la globalización en base a la articulación de argumentos serios y fuertes que plantean una reflexión primaria que orientan nuestro análisis antes de adentrarnos en los conceptos que definen nuestro tópicos de manera sustancial. Es pues, un primer reconocimiento que nos coloca en la antesala de un trabajo de análisis y reflexión que trae consigo destellos y carga de luchas por imponer normas y reglas para generar una interpretación sin mayor espacio para el cuestionamiento, es decir, observamos a quienes luchan desde el sector gerencial por propagar conceptos e ideas, por una parte, en contraposición de los portadores del ejercicio crítico de la interpretación de la realidad.
Por otra parte, encontramos la definición de globalización a partir del énfasis de las consecuencias de los cambios estructurantes que ésta produce, me refiero a la atención focal que se presta al entendimiento de este fenómeno como un hecho y como ideología, donde la atención se basa sustancialmente en las consecuencias culturales de los cambios en las dinámicas sociales. Un concepto funcional para nuestro análisis es el que considera a la globalización como un cambio estructural en la vida de la sociedad, donde se dan cambios de fondo y forma en las esferas políticas, económicas y sociales (De María, 2003), que simultáneamente configuran nuevas concepciones y prácticas culturales. Es la esfera de lo económico la que dicta las pautas de los flujos de producción simbólica, de alguna manera la globalización se instaura bajo y sobre el modelo neoliberal que le permite crear nuevas dinámicas sociales en función del libre intercambio simbólico, dando especial importancia a la cuestión del libre mercado. Lo anterior influye de manera directa y sustancial a la producción simbólica desde cualquier lugar debido a que se ha experimentado una transición que genera una movilidad distinta de los productos simbólicos a escala planetaria.
Existe un especie de globalización financiera, hoy en día ésta es una metáfora utilizada para hacer referencia al mundo en que vivimos (Mattelart, 2003). Este torrente de los intercambios y flujos materiales e inmateriales económicos genera la relevancia de otros actores de la escena pública, las empresas y corporativos transnacionales, mismas que determinan en espacios, cada vez menos reconocibles, el ritmo del flujo económico y a consecuencia infieren en la producción social simbólica. Aquí y ahora, el Estado-nación se aleja definitivamente de la concepción del estado de bienestar y se dirige a reconocerse como instrumento de gestión de las dinámicas internas de los gobiernos (Giddens, 1998).
Podemos concluir que el concepto de globalización nace en un nivel financiero y posteriormente se extiende hacia la pretensión de abarcar y recubrir la totalidad del proceso de integración mundial en los terrenos políticos, sociales y culturales (Mattelart, 2003) con la finalidad de legitimarse como el único rumbo del actuar humano. La lectura que hagamos de dicha pretensión debe ser muy cuidadosa en su construcción debido a que debemos hacer crítica que se sustente en una sistematización de argumentos sólidos y válidos que nos permitan ir más allá de la mera denuncia para aproximarnos a la generación de conocimiento y plantear opiniones desde la esfera del trabajo sustentable y fidedigno mediante posturas mediadas por el análisis y la reflexión.
* Este es el apartado uno del artículo titulado Globalización: En la cotidianidad del pensamiento global y el andar local. Aventuras teóricas y desafíos en diálogo permanente. Trabajo ganador del primer certamen de ensayo del CIC-Múseo UABC (2006) y publicado en Revista Universitaria de la UABC.
Referencias bibliográficas
-De María y Campos, M. (2001). Globalización y desarrollo desigual internacional: su impacto en la cohesión social en México. En M. De María y Campos, & G. Sánchez (Eds.), ¿Estamos Unidos Mexicanos? Los límites de la cohesión social en México (pp. 81-114). México: Ed. Planeta Mexicana.
-Giddens, A. 1998. La tercera vía. Madrid: Ed. Taurus.
-Gutiérrez Vidrio, S. 2000. El discurso político. Reflexiones teórico-metodológicas. México: UAM-Xochimilco.
-Ianni, Octavio. 1998. La sociedad global, Siglo XIX.
-Jensen, K. B. (2001). Modelos comunicantes: la importancia de los modelos para la investigación sobre los mundos de la Internet. Comunicación y Sociedad, 40, 65-104.
-Mattelart, A. 2003, enero-abril. Entrevista a Armand Mattelard: Intelectuales, comunicación y cultura: entre la gerencia global y la recuperación de la crítica. Revista de Economía Política de las Tecnologías de la Información y Comunicación, 1 (5), 12-33. Recuperado de http://www.eptic.com.br/mattelart.pdf
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