Pensar la ciudad
Son interminables los pasos que damos mientras recorremos y vivimos la ciudad, nuestro marco visual nos pone al tanto de la realidad, mientras que el movimiento nos enseña que podemos encontrar la armonía entre nuestros pasos y el mundo. Dos ritmos: afuera y adentro.
Los cambios de la vida contemporánea nos llevan a contemplar paisajes que obligan al recurso de la nostalgia. La ruptura es simbólica, en tanto que materialmente afrontamos la encrucijada de las nuevas ecologías de la tecnología. Primero, nos basta con saber que la ciudad está ahí si la caminamos [con el lenguaje en mano para no perdernos]; segundo, pensamos el imaginario en movimiento como cosa aparte. Sin embargo, estar y vivir el espacio público nos remite al encuentro de esos dos momentos: los ritmos que emergen para configurar el entorno.
Percibir y reflexionar la ciudad es delimitar el espacio en la mente. Los caminos son diversos si pensamos horizontalmente. En dichos senderos los sujetos evidencian su reflexividad mediante figuras de barro que se re-definen poco a poco. El espacio, articulado y pensado así resulta interesante: relaciones sujeto-sujeto, sujeto-máquina, sujeto-máquina-sociedad.
A mi entender, la clave de pensar la ciudad consiste en reconocer las relaciones entre prácticas, entorno y sujetos. Es la entrada a la diversidad cultural. Las apropiaciones y los recorridos citadinos son producto de semiosis [de relaciones de poder/negociaciones], pero también de simbiosis.
Nuevas miradas para nombrar la vida en movimiento.
martes, 28 de agosto de 2007
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2 comentarios:
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Recorrer la ciudad es como descubrir un cuerpo nuevo... el tuyo o el de otro, es igual.
Saludos!
La ciudad nos educa la mirada, cuando logramos descubrir y no sólo mirar. Cercanos con otros cuerpos, los sudores a veces agitan el ritmo de la cercanía. Es entrar a la complejidad.
Un abrazo!
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